Muchas veces hemos escuchado o tenido que llevar a cabo conversaciones que nos generan estrés, ansiedad, miedo, frustración o incomodidad. Pero ¿es posible que este tipo de conversaciones “difíciles” puedan afrontarse y llevarse a cabo desde otra perspectiva y de esta forma lograr que sean más fáciles? La respuesta es sí y acá te contaremos cómo puedes hacerlo.
Una conversación difícil es aquella en la que debemos negociar, lograr acuerdos, expresar inconformidades, hacer reclamos, pedir algo o establecer límites. Quizás alguno de los siguientes escenarios te resulte familiar:
Has tenido que tomar la decisión de terminar con tu pareja.
Luego de ocho semestres, te diste cuenta de que quieres dejar de estudiar Derecho para estudiar Arte y debes contárselo a tus padres.
Has tenido que expresarle a algún compañero de trabajo un desacuerdo o manifestarle una inconformidad a tu jefe.
Has tenido que lograr acuerdos con tu equipo de trabajo.
Son diferentes situaciones, con una cosa en común: para resolverlas tuviste que tener una conversación difícil.
Transitar por el camino de las conversaciones difíciles
Si lo piensas bien, nos pasamos la vida conversando. Lo hacemos con el lenguaje verbal, no verbal, con gestos o con señas, por escrito, en diferentes idiomas, en lenguaje técnico o cotidiano. Conversamos sobre diferentes temas. ¿Por qué no hacerlo con la misma fluidez cuando es sobre un tema difícil? Para que la emoción no le gane a la razón durante la conversación, te proponemos un camino de tres etapas.
Antes de la conversación
Prepárate. Piensa en los argumentos y las posibles soluciones. Anticípate a lo que pueda pasar. Responde preguntas como: ¿Qué debo comunicar? ¿Qué espero lograr? ¿Cómo es la persona con la cual conversaré? Un guion tentativo te ayudará a ser preciso con la información que quieres transmitir.
Ensaya. Es importante verbalizar lo que dirás a tu interlocutor, eso te ayudará a asegurarte de que usarás las palabras adecuadas en el tono indicado.
Repasa. Si has enfrentado situaciones similares en el pasado, haz una retrospectiva. Rescata lo que salió bien y mejora lo que no tuvo éxito.
Durante la conversación
Escoge el contexto adecuado. No uses correos electrónicos, chats o llamadas telefónicas. Procura que la conversación sea en privado y de manera presencial.Asegúrate dejar de lado emociones que podrían dificultar la situación, como la rabia o la soberbia.
Mantén la receptividad. Escucha de la manera en que quieres que te escuchen a ti. La postura y los gestos también deben indicar apertura. Aplica la empatía, intenta ponerte en el lugar del otro y trátalo como quisieras que te trataran a ti. En toda conversación, lo que recibimos es el reflejo de lo que damos.
Conserva la calma. Intenta mantener la calma y no perder el control de tus emociones. Hablar más despacio te permitirá pensar mejor en lo que dices antes de pronunciarlo. Separa hechos de emociones.
Evita mezclar varios asuntos. Enfócate en el tema puntual que quieres tratar. No uses el espacio para hacer reproches o abordar asuntos que no vienen al caso. Cita ejemplos específicos que te ayuden a trasmitir tus mensajes.
Plantea escenarios alternativos. Si bien puedes haber trabajado un guion antes de la conversación, no significa que este se seguirá paso a paso, dado que se trata de una conversación entre dos personas. Sé consciente de que varios escenarios son posibles.Esto permitirá que haya opciones para llegar a un acuerdo, y, por lo tanto, encontrar soluciones.
Haz preguntas. Esto incita a las personas a dar respuestas y evita la divagación.
Para cerrar la conversación
Evita cerrar la conversación en un punto de alta tensión. Intenta relajar el tono de la conversación, en caso este escale. Tampoco dejes temas pendientes antes de finalizar.
Valida que lo dicho se ha entendido. Recapitula lo dicho o repite ciertos acuerdos si lo consideras necesario. De esa forma, ambas personas tendrán clara la conclusión de la conversación.
Llega a acuerdos. No finalices la conversación sin llegar a un acuerdo. Es importante formalizar y, si lo consideras necesario, déjalo por escrito.
Una conversación difícil no tiene que ser divertida ni se resuelve con un chasquido de dedos o echando tierra al asunto. Se trata de pequeños desafíos que solo se resuelven enfrentándolos, con paciencia, persistencia y conciencia. Aunque el camino se vea largo y complejo, te darás cuenta de que, una vez concluido, te habrás quitado de encima un peso gigante, que daba vueltas en tu cabeza y no te dejaba descansar.
Así es como una conversación que se creía difícil, será en realidad constructiva, fructífera, positiva, eficaz, beneficiosa… necesaria.